jueves, 27 de diciembre de 2012

La televisión pública al borde de la extinción





¿Tenemos la televisión que merecemos?

Una de las preguntas que nos sugiere la forma de realizar y emitir televisión es si tenemos una televisión que en realidad se ajuste a nuestras expectativas y a nuestros intereses como espectadores e individuos que pertenecen a una sociedad común.

Casi toda la población responde negativamente a esta pregunta mientas la mayoría de ellos sintoniza, con el placer que da el morbo anónimo, la entrevista pagada con la publicidad a la madre de un criminal. ¿Qué está fallando? ¿Por qué la dictadura del morbo vence aparentemente a la democracia del mando a distancia?

Según el escritor y guionista Jaime de Armiñan la televisión no es culpable de nada, es solamente el espejo en el que nos miramos todos, y al mirarnos simplemente nos reflejamos. Quizás este espejo solo refleje la realidad del nivel educativo de la audiencia, quizás el sesgo amplificado de las gotitas de telebasura no hace justicia con el nivel medio del resto de programas.

Según una productora de programas de ficción que ha trabajado con cadenas generalistas, afirman que si al espectador le das contenido de calidad lo consumen (Por ejemplo,  el programa 21 días de Cuatro tenía una audiencia media de 14%, esto es 1.500.000 espectadores y  llegó a tener programas con un 19%). Eran líderes en prime time los viernes en una cadena con una media de un 7% y quedaban por detrás el famoso DEC y por supuesto T5. Esto significa que la calidad no está reñida con el entretenimiento.

Por tanto podemos deducir que al igual que en la televisión privada, los servicios audiovisuales públicos pueden y deben ser útiles para los ciudadanos, ya que en este modelo de televisión es donde realmente se da cabida a la calidad de los programas y al interés que demanda el espectador o ciudadano sin alterar en ningún momento el producto con intereses ocultos o simplemente,  una carrera para ser la medalla de oro en las audiencias.

El problema que sufre la televisión pública actual es la lucha constante y la rivalidad que existe con los medios audiovisuales privados, ya que en numerosas ocasiones la televisión pública ha intentado imitar sus programaciones con las de las cadenas privadas, cuando deberían emitir otro tipo de programación de interés común para la sociedad, de crítica y de información cultural.

Otro aspecto que podemos observar en la caída de estos servicios públicos es el abandono que están manifestando las propias cadenas públicas, no solo es cuestión de una programación cada vez más pobre, sin despertar un interés por parte del ciudadano, sino que también la causa de estos acontecimientos es por un abandono de los propios administrativos que gestionan las cadenas, haciendo una televisión a medida para sus intereses propios. Un ejemplo de estas afirmaciones es el caso de la cadena autonómica de Madrid "Telemadrid". Ya que en la década de los 90´se la consideraba una de las cadenas públicas con prestigio y calidad en sus emisiones.

En el siguiente grafico podemos analizar la curva de la evolución de la audiencia en telemadrid, comprobamos que el abandono empieza a ser notable en el año 2000, cuando la audiencia cae constantemente hasta día de hoy.







La televisión pública en un país debe de ser independiente, vanguardista y que fortalezca la pluralidad a través de sus contenidos, por ello este medio de los ciudadanos está en peligro de extinción, ya que no es independiente, ni vanguardista,  ni protege el espacio cultural de los individuos de nuestro país.





Las televisiones públicas autonómicas son "necesarias e insustituibles" ya que son un servicio público originado en una demanda social, son esenciales para la dinamización de sus territorios de influencia, vertebradoras de la sociedad, grandes impulsoras de la industria audiovisual autonómica y nacional ya que están a la vanguardia en innovación y talento.

Además otro problema que mencionábamos en líneas anteriores es que las televisiones públicas están en el ojo del huracán desde hace unos años, ya que siempre han sido muy polémicas, puesto que han sido utilizadas por los políticos de uno u otro signo como meros instrumentos de propaganda y clientelismo, siendo un medio que facilita el contacto y la manipulación de los ciudadanos.

En conclusión, la televisión pública es una herramienta necesaria para la sociedad, que debe de ser libre e independiente con una gestión propia en los contenidos, presupuestos e ideologías. Su principal fin es informar y crear un espíritu crítico a los ciudadanos, dejando a las televisiones privadas la función de entretener. Una de las soluciones para que las televisiones públicas vuelvan a funcionar como en los años 90´ es apoyar e incentivar la creación de cadenas públicas por parte de los políticos, cadenas privadas y de los ciudadanos.



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